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Manzanas míticas

Manzanas míticas

Foto Blog: 

Por Chema Ferrer

La manzana, fruto universal por antonomasia, siempre formó parte de la dieta humana. Una vez que les llegó la civilización, mo dudaron en convertirla en símbolo y mito de algunas de sus creencias más trascendentales.

El árbol del manzano fue domesticado hace más de 15.000 años y parece que es originario de los valles del Cáucaso, a orillas del Mar Caspio. Las legiones romanas fueron las que lo trajeron a Europa en los primeros siglos de nuestra era y fue en ese tiempo previo cuando la manzana se erigió en la reina de las frutas.

La manzana fue y es sinónimo de alimento saludable pero también de conocimiento y sabiduría, de tentación y pecado. La mayor parte de las culturas han reservado para ella un lugar y un símbolo en sus relatos. La manzana representó a la Tierra por su redondez y seguramente también fue fiel imagen de las tentaciones mundanas por su bello color y su dulzura, quizá por eso cuentan que fue el fruto que mordió Eva, aunque en manos de Cristo representa la redención de ese mismo pecado. Colgadas del árbol de Navidad nos prometen el retorno de la humanidad al Paraíso, sobre la cabeza del hijo de Guillermo Tell sirvió de prueba de valor, con ella envenenaron a Blancanieves y también sobre una cabeza, la de Newton, cayó la manzana que demostró nuestro apego al planeta.

 

La pecaminosa Eva

 

 

En ningún lugar de la Biblia está escrito que Eva tomó una manzana del susodicho Árbol de la Sabiduría que crecía en el Paraíso. Pero la tradición cristiana guarda sin duda ese lugar para la manzana, aunque Dios sólo dijera esto:

 

“...mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás”

(Génesis 2:16-17).

 

…y nada más.

El simbolismo de la manzana como cobijo del conocimiento es evidente, ni qué decir de su carácter pecaminoso. Nada pudo evitar que Eva y la mujer llevaran consigo para siempre el estigma de haber caído en la tentación. La manzana es convertida desde el S. V d. C. en la fruta del pecado. Un pecado distinto para cada uno de los protagonistas de ese momento ante el árbol prohibido, mujer, hombre y serpiente. En concreto fue la mujer la que se llevó la peor parte, le atraía la soberbia y el estatus social, ya que sabía que mordiéndola se asemejaría a los dioses, pero también la inmortalidad, el no envejecer, una propiedad considerada en muchas culturas por su aspecto lozano y saludable. No en vano el dicho popular afirma: "Estás más sano que una manzana".

Pero también el incarle el diente tiene sus connotaciones sexuales, Adán y Eva descubren, tras morderla, que estaban desnudos y sienten que entre ellos algo ha cambiado, se sienten turbados, pierden la inocencia, de ahí a convertirse en sinónimo sexual y lujurioso, un paso. Las tentaciones carnales acabaron inducidas por la mujer acabaron siendo su más representativa carta de presentación durante milenios, y creo que todavía queda mucho de eso.

Pero sigamos buceando en la historia de sus mitos. En las tradiciones celtas la manzana es una fruta de ciencia, magia y revelación. Sirve también de alimento maravilloso. Entre los objetos cuya búsqueda impone el dios Lug a los tres hijos de Tuirenn, en compensación por el asesinato de su padre Cian, figuran las tres manzanas del jardín de las Hespérides: quien come de ellas nunca tendrá hambre, ni sed, ni dolor. Para los celtas, el manzano era uno de los siete árboles sagrados: el símbolo de la inmortalidad, de la perfección y la pureza, y sus flores eran el signo del amor y la fertilidad. El mago Merlín impartía sus enseñanzas a los pies de un manzano y muy cerca de allí se encontraba Avalón, la isla de las manzanas, mágica y trascendente para los celtas de Britania. Esta isla ignota, se convertiría en una tierra sagrada donde el saber, la protección y la magia tenían su epicentro. Arturo, herido de muerte en los días finales de su reinado, navegará hasta Avalón llevado por su hermana Morgana. Allí, sanará de sus heridas y cuenta la leyenda que sigue viviendo eternamente joven.

Un poco más al norte, cerca de las bóreadas, la mitología escandinava otorga a la manzana el papel de fruto regenerador y rejuvenecedor. Los relatos mitológicos nórdicos nos hablan de las manzanas de Idunn, una diosa cultivadora de estos frutos que confieren la inmortalidad a quién los come. Del mismo modo, todos sus dioses comen manzanas y permanecerán jóvenes hasta el Ragna Rök, hasta que llegue el fin del ciclo cósmico actual.

 

 

De las Hespérides a Troya

 

 

Pero hay muchas más manzanas. La tradición de la Grecia clásica nos trae el sugerente relato de unas manzanas que crecían por nuestras latitudes, el jardín de las Hespérides. La diosa Gea regaló por su boda a su hijo Zeus y a Hera, unas ramas de las que colgaban ciertas manzanas doradas que otorgaban la inmortalidad. Hera las plantó en una tierra situada al occidente del mar Mediterráneo y puso a su cuidado a las hijas del atardecer, las ninfas llamadas Hespérides y además mandó que las custodiara el dragón Ladón. La ambición por poseerlas puso tras la pista de de las manzanas doradas de occidente a héroes y semidioses como el famoso Hércules. Las manzanas doradas del Jardín de las Hespérides simbolizan en origen la sabiduría y la salud absolutas, como objeto reservado sólo a los dioses, un rasgo muy recurrente en los mitos relacionados con la manzana que indudablemente inducirán a considerar su ingesta por parte de los mortales como un pecado. De entre todos los comedores de manzanas serán los personajes femeninos los que se lleven la peor parte por haber caído en la tentación de lo prohibido.

Luego están las manzanas de la discordia, la famosa Guerra de Troya también tuvo como protagonista a una de las manzanas doradas. Se acercaban las bodas de Peleo y Tetis y Eris, diosa de la discordia, no había sido invitada a ellas, así que cogió una manzana e inscribió sobre ella “para la más bella” haciéndola llegar al banquete. Las diosas Hera, Atenea y Afrodita disputaron su posesión por hacerse acreedoras de su mensaje hasta que Zeus decidió que fuera el mortal y troyano Paris el que tomara la decisión. Afrodita le prometió como esposa a la mujer más hermosa de la Tierra y así fue…, la historia que sigue ya la conocemos.

 

 

A comer manzanas

 

 

No hay fruta más indicada para cumplir los parámetros nutricionales de nuestra alimentación. Su cultivo ha proliferado tanto en todas las latitudes de la Tierra que en cualquier época del año encontramos buenas manzanas. Solo hay que ver su capacidad de conservación natural, los barcos de todas épocas siempre transportaban algunos barriles de ellas para dar de comer a la marinería (sería dentro de uno de esos barriles donde Jim, el protagonista de novela de Stevenson La Isla del Tesoro, conocerá los secretos de su viaje iniciático).

Aunque fresca es la mejor manera de consumirla, también es deliciosa cocinada, como guarnición o en tartas, en compota y hechas confitura, en zumo y este transformado en sidras o vinagres. Los efectos beneficiosos de las manzanas son indudables. Se suele decir de alguien con buen aspecto que está sano como una manzana y el refrán anglosajón reza que una manzana cada mañana aparta al médico de la cama. Lo cierto es que cada vez son más las gracias comprobadas. Su virtud más conocida es la acción reguladora del intestino tomar una manzana cruda y con piel, para aprovechar la fibra que contiene, ayuda a luchar contra el estreñimiento. Por el contrario, consumirla pelada, rallada y algo oscurecida por la oxidación, lo que permite que se liberen los taninos de propiedades astringentes, producirá el efecto contrario. Si la tomamos entera, a bocados, es una efectiva limpiadora de la dentadura y fortalece las encías. Y no olvidemos que desayunar un par de manzanas tras una noche espesa ayuda como nada a paliar los efectos de la resaca.

En la actualidad, la manzana llega despojada de mitos para convertirse en la marca impertérrita de una empresa tecnológica de vanguardia; un auténtico icono del cambio de milenio que ha participado de la transformación del mundo inventando el ordenador personal, la creación del píxel, las interfaces informáticas, entre otras muchas cosas. Esta última es una manzana ya mordida que nos transmite un mensaje muy claro y quizá pretencioso por el que nos hacen ver que los humanos ya participamos de la sabiduría de los dioses.