(las fabes son las estupendas habichuelas asturianas, vale la pena que pierdas el tiempo en algún comercio de ultramarinos de postín y que te hagas con algunos botes de fabes cocidas en conserva)

La confección es sencilla contando que las fabes ya las tenemos cocidas. Primero nos serviremos una copa de vino (bien frío), hay que percatarse que está en buen estado y que no malogrará el cocinado. En una sartén amplia, calentamos el aceite y freímos la cebolla muy finamente picada, añadimos sal y los ajos también picaditos (ojo que no se queme nada, ponerlo a fuego lento). Mientras tanto, en una cazuela vaciamos la conserva de fabes con todo el jugo que lleven (ya que es el de su misma cocción), añadimos tres vasos de agua mineral, la hojita de laurel, una pizca de sal y de pimienta blanca. Lo ponemos a calentar a fuego lento.

Volviendo a la sartén, y contando que la cebolla y los ajos están dorados, le añadimos la cucharadita de harina y lo removemos, acto seguido las almejas y el perejil también muy picadito. Un minuto después la otra copa de vino (la primera ya nos la hemos bebido) y removemos con suavidad. Aguantarlo otro minuto a fuego vivo y verter el contenido de la sartén en la cazuela, junto a las fabes. Que bulla el conjunto durante cinco minutos, probar de sal y servir.