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Tortilla de patatas (para dos)

Tortilla de patatas (para dos)

Ingredientes

Tres huevos

Una patata grande (si no hay, pues eso, dos medianas)

Una sartén pequeña, de esas de las que nada se pega no más la compras, con abundante aceite de oliva virgen extra

Sal
Para dos personas
30 minutos

Preparación

Monda la patata y enjuágala. Sitúala sobre el cortador y apréstate de un buen cuchillo. Córtala a lo largo en tajadas de menos de un centímetro, sin desmontarla, desázte de la última tajada, de forma que tendrá una base plana. Vuelve ha realizar varios cortes longitudinales, de manera que el resultado será ahora los palitos de patata típicos de las patatas fritas. A contracorte, empieza a tajarlas de manera que obtengas trocitos de patata de forma cúbica. Échalas en el aceite caliente de la sartén (tiene que freír no más las dejes caer), de paso las salas (osea que les eches sal pero sin pasarte).

En un bol amplio, casca los huevos y los bates con la batidora de varillas. No pares hasta que veas que sale espuma de tanto batir, échales una pizca de sal.

No se te ocurra quitarle el ojo a las patatas, remuévelas con la espátula de cuando en cuando hasta que estén doraditas, saca una y la pruebas para comprobar que ya están hechas (normalmente en diez minutos a fuego moderado estarán listas). Escurre el aceite de la sartén en un bol aguantando las patatas con la espátula o la espumadera. Mezcla las patatas con los huevos en el recipiente donde los habías batido.

Vierte un poco del aceite sobrante de nuevo en la sartén y la pones a fuego moderado, inmediatamente echa la mezcla de huevo y patatas. Remuévelo un par de veces durante el primer minuto y déjalo que cuaje a su ritmo. Pasados dos minutos, coge un plato ancho y sin fondo y ponlo sobre la sartén. Agarra la sartén y sitúala sobre el fregadero, con la otra mano aguantas el plato y ¡zas!, en un hábil giro de 180º  la habrás hecho pasar de un lado al otro, deslízala de nuevo en la sartén y deja que se cocine un par de minutos más. Apaga el fuego y déjala reposar.

Te he metido éste rollo, porque cuando yo era un gran inútil en la cocina siempre consideré que la tortilla de patatas era uno de los principales hitos de nuestra gastronomía, la sencillez de sus ingredientes y la rapidez y poca complejidad de su cocinado me convencieron que era uno de los principales objetivos a superar.

Pero hablemos un poco del huevo y entendamos su importancia. El huevo en sí no hay solo que admirarlo por sus cualidades gastronómicas y nutricias, el huevo es uno de esos alimentos que son algo más en sí mismos, el huevo es la vida en potencia, energía recluída en su misma cáscara y que representa la renovación, la resurrección, la eternidad en suma. Ese huevo pascuero que inopinadamente cascamos en la frente del primer incauto con el que estemos merendando es la representación material del ciclo imparable de la vida, de la transmisión eterna de la energía, bueno, no sigo que me pongo muy trascendental y lo que pretendo en éste capítulo es ver la mejor manera de comerse un huevo.

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