Lava el arroz con agua corriente e introdúcelo en una cazuela de barro junto con la leche. Esta cazuela la situarás en el interior de otra más grande que contenga agua pero que su nivel quede como a dos centímetros de la cazuela de barro. Vamos a utilizar el método del Baño María, el fuego no incidirá directamente sobre la cazuela del arroz, sino que será el agua la que poco a poco lo cueza. Vigila que no se evapore el agua ni que bulla demasiado fuerte.

Cuando comience a humear la leche, añade el azúcar y remueve con cuidado. Una vez disuelto deslíe la primera cucharada de mantequilla e incorpora la canela. Cuando veas que el arroz está bien cocido (hay que dejar incluso que se abra el grano) le añades la segunda cucharada de mantequilla y lo remueves con cuidado. Que repose y se enfríe.

Puedes verterlo en copas de postre y guardarlo en la nevera hasta el momento de servir. En el frigorífico y cubierto con papel vegetal o film alimentario te puede durar tres o cuatro días en buen estado.