Ponemos cuatro vasos de agua a calentar en un cacillo (sin que hierva) y le añadimos la sal y todas las especias.

Mientras disolvemos la mantequilla (mejor clarificada*), y cortamos la cebolla en cuadraditos pequeños (ver cortar cebolla*). La freímos a fuego lento en una sartén hasta que se dore y quede transparente.

Enjuagar el arroz con agua del grifo para que elimine algo de su almidón e introducirlo en la sartén, junto a la cebolla. Añadimos el agua de las especias, (no toda, reservaremos un poco por si sobra líquido para que cueza o por si nos falta)

En los primeros compases le daremos una vueltas, siempre a fuego lento. Pasado un cuarto de hora, observaremos con una cuchara los granos de la parte inferior, tienen que estar cocidos, eso se sabe tomando uno y aplastándolo entre tus dedos, no debe quedar ninguna partícula dura por cocer, con el tiempo lo adivinarás simplemente echándole un vistazo. Si le faltara agua le añades y si no apagas el fuego, tapas la sartén y lo dejas reposar durante unos minutos.

Puedes servirlo dándole forma de montaña, coge una taza (o tacitas), rellénalas de arroz y dales la vuelta sobre el plato donde lo tengas que servir.